Desde que el presidente Luis Abinader anunció la reforma policial como una prioridad de su gobierno, el tema ha sido ampliamente debatido.
Se habló de modernización, depuración y capacitación, con la promesa de transformar una institución históricamente cuestionada por corrupción y abusos de poder.
Sin embargo, la percepción en las calles no coincide con el discurso oficial.
Mientras el gobierno insiste en que los avances son “significativos”, la ciudadanía no ve cambios reales en su día a día.
El discurso del cambio: promesas y estadísticas
En cada rendición de cuentas o rueda de prensa, el presidente Abinader y su gabinete destacan que la reforma policial avanza paso a paso.
Hablan de nuevos protocolos, aumento de salarios, entrenamiento internacional y reestructuración del mando.
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Pero muchos dominicanos consideran que todo se queda en palabras.
Las cifras oficiales muestran mejoras en ciertos indicadores, pero los casos de abuso policial y corrupción continúan siendo parte de los titulares semanales.
“No es cuestión de cuántos uniformes nuevos se compren o cuántos talleres se hagan, es cuestión de ver si el policía en la calle realmente respeta a la gente”,
comenta un ciudadano del sector Los Minas entrevistado por un medio local.
La realidad en las calles: miedo, desconfianza y abusos
En barrios de todo el país, el sentimiento general es de desconfianza hacia la Policía Nacional.
Los ciudadanos aseguran que, a pesar de los anuncios del gobierno, la institución sigue operando con los mismos vicios de siempre:
extorsión, abuso de autoridad, corrupción interna y uso excesivo de la fuerza.
Un ejemplo reciente que encendió el debate fue el caso de La Barranquita en Santiago, donde un operativo terminó en tragedia, dejando en evidencia el mal manejo policial y la falta de preparación de algunos agentes.
Este hecho generó indignación nacional y volvió a poner sobre la mesa la pregunta:
¿qué tan efectiva es realmente la reforma policial?
“La Policía Nacional de nuestro país sigue igual, aunque el presidente diga lo contrario.
En los barrios se sienten los mismos abusos y el mismo miedo”,
afirma un residente de Santiago entrevistado en la vía pública.
Opinión ciudadana: entre la esperanza y la decepción

La población dominicana parece dividida entre la esperanza de un cambio real y la decepción por los resultados visibles hasta ahora.
Mientras algunos reconocen que existen buenas intenciones desde el Ejecutivo, otros opinan que la reforma se está quedando en papel y conferencias de prensa.
Muchos aseguran que los agentes de base no han recibido la transformación ética ni formativa prometida, y que la estructura corrupta interna sigue intacta.
Esto ha generado una sensación de fatiga social, donde la gente ya no cree en las palabras, sino en los hechos.
Análisis y opinión final: una reforma que no se siente
La reforma policial es, sin duda, una de las tareas más complejas que enfrenta el Estado dominicano.
Cambiar una institución con décadas de prácticas cuestionables requiere voluntad, tiempo y resultados medibles.
Pero, hasta ahora, el gobierno no ha logrado conectar su discurso con la realidad de las calles.
Los dominicanos siguen siendo testigos de casos de abuso, negligencia y corrupción, lo que debilita la credibilidad de cualquier avance anunciado desde el Palacio Nacional.
En términos de comunicación y percepción pública, el proyecto parece más un compromiso político que un proceso de transformación institucional.
Y mientras la ciudadanía no sienta seguridad y respeto en sus comunidades, la reforma policial seguirá siendo una promesa incumplida.
Porque en República Dominicana, la verdadera reforma no se mide en palabras ni en estadísticas, sino en la forma en que la Policía trata al pueblo.
