
Cada semana, un nuevo escándalo político ocupa los titulares en República Dominicana, mientras el verdadero debate sobre políticas públicas y desarrollo se diluye entre memes, transmisiones en vivo y titulares llamativos. ¿Nos interesa más el espectáculo que las soluciones?
El espectáculo sobre la sustancia
El reciente caso del diputado Bray Vargas, cuya imagen pública quedó sacudida por la difusión de un video en Nueva York vinculado a presuntos pagos entre particulares, es un ejemplo claro de cómo la política mediática domina más que la función pública. Más allá del fondo, lo que acapara atención es la controversia, el espectáculo de la desgracia ajena y la viralización instantánea.
Mientras tanto, los ciudadanos esperan respuestas, no solo debates sobre moralidad personal, sino planes para transporte, vivienda, salud y empleo que siguen siendo insuficientes.

¿Qué ganamos con los escándalos?
El problema no está solo en que salgan los escándalos, sino en que se conviertan en la principal forma de comunicación política. Cuando la atención se centra en la vida privada de los representantes o en polémicas virales, se reduce el espacio para la discusión de proyectos, presupuestos y objetivos de gobierno.
En ese ambiente, los políticos pueden mantenerse en el ojo público por su “presencia mediática” más que por sus logros. Y eso no solo mina la confianza ciudadana, sino que erosiona la democracia participativa.
¿Dónde están las soluciones que importan?
Mientras se debaten escándalos, los problemas del día a día persisten. Transporte público saturado, barrios sin servicios, educación que no conecta con la realidad laboral. La política del show deja de lado los mecanismos institucionales de rendición de cuentas, seguimiento legislativo y evaluación de resultados.
Si el enfoque sigue siendo “¿quién se cayó?”, “¿quién filtró un video?”, en vez de “¿qué ley mejoró los barrios?”, estaremos ante un vacío de dirección.
Una reflexión para los ciudadanos
El espectáculo político es seductor porque conecta con emociones, redes sociales y viralidad. Pero si queremos una República Dominicana que avance, debemos exigir a nuestros representantes que usen ese espacio mediático para mostrar resultados concretos, no solo polémicas.
Y como ciudadanos, tenemos que mirar más allá del escándalo: investigar propuestas, chequear historial de los candidatos y participar activamente en la política del día a día, no solo cuando aparece un video viral.




